Cartas a un niño que
no nació
Carta nº VIII
Ahora llega la Libertad. Va vestida de promesas,
calzada de aladas mentiras y velada de tristeza. Lleva sus manos cubiertas de
sol, llenas de aire, llenas de goces profundos y etéreos. Sus ojos tristes me
miran con suave amargura. He sido infiel, la he traicionado y ella me acusa.
Tú,
a mi izquierda, ella, a mi derecha. Tú, latido de sangre. Ella goces de aire.
Sudo sangre, sudo lágrimas, sudo dolor. Sus manos cálidas y blandas,
electrifican mi mente. ¡Soy suya, hijo mío!
No hay comentarios:
Publicar un comentario